Según la Sociedad General de Autores y Editores, de todas las obras interpretadas en directo en los últimos seis años la que más derechos ha generado ha sido el pasodoble "Paquito el Chocolatero". Y las tres siguientes más interpretadas en 2007 fueron "Viva el pasodoble", "Islas Canarias" y "Amparito Roca".
Tanto "Paquito el Chocolatero" como "Amparito Roca" son dos piezas musicales made in Comunitat Valenciana, es decir nacieron -y fueron inspiradas- en tierras valencianas. La primera, en 1937, en Cocentaina, en una casita de campo al pie de la sierra Mariola, y la segunda en 1925, en Carlet, una de las poblaciones más prósperas y emprendedoras de la Ribera del Júcar.
El autor de la música más popular que año tras año ameniza las fiestas de Moros y Cristianos (además de alegrar las lucidas faenas de toros y de regocijar a las gentes que buscan diversión en toda clase de festejos) se llamaba Gustavo Pascual Falcó, un músico y compositor albacetense casado con la alicantina Consuelo Pérez Molina, a cuyo hermano Francisco, de 32 años, conocido en la contornà como Paquito el Chocolatero debido a su oficio -compartido por toda la familia- de vendedor de chocolate, le dedicó la composición musical que tan bien encajaba con su carácter festero.
En cuanto al pasodoble "Amparito Roca" su autor, Jaime Texidor Dalmau, nacido en Barcelona, llegó a Carlet en 1924 contratado -muy ventajosamente- por la Banda Primitiva de la localidad, histórica agrupación que en el primer Certamen de Bandas de la Feria de Julio celebrado en 1886 había ganado el primer premio, siendo director José Guillomina. Según cuenta el abogado e historiador carletense, Ángel Valero García, en su libro Amparito Roca, el pasodoble del mestre Texidor (Carlet, 2003, Torres Impressors), el hecho de que Texidor dejara la titularidad y el grado militar alcanzado en la banda de Melilla (y más de veinte años de brillante carrera) para trasladarse a dirigir la Primitiva de Carlet, da cabal idea de lo que aquello debía de representar para él.
En la época que evocamos la población ribereña se distinguía por su alto nivel cultural y artístico, característica que no solamente se mantiene hoy vigente sino que goza de un ritmo in crescendo. (Perfecto García Chornet, hijo de Carlet -1941-2001- ha sido uno de los más excelsos pianistas contemporáneos.) En su afán de asegurar la permanencia del nuevo director en la localidad, la banda puso a su disposición una casa en la calle de La Vila, donde se instaló con su familia y abrió su propia academia de música, impartiendo clases de piano y violín junto a su hija María. Esta forjó estrecha amistad con una de las alumnas, Amparo Roca Ibáñez, de 13 años, hija de una familia de la burguesía local, muchacha a la que el maestro, que tenía ya en su haber numerosas composiciones musicales, dedicó un pasodoble que tituló "Amparito Roca", la más importante creación de Texidor "y también -como puntualiza Valero- una de las más famosas melodías festivas que, pasado el tiempo, habría de conocerse en todo el mundo". El pasodoble lo estrenó la Banda Primitiva una tarde de septiembre de 1925 en el Teatro del Siglo. Como datos anecdóticos diremos que la bella dama Amparo Roca -tía de quien hoy es ministro de Sanidad, Bernat Soria- falleció en Carlet en septiembre de 1993. Y diez años después, en 2003, durante las fiestas mayores de la ciudad se celebró un homenaje al "Pasodoble Amparito Roca", rotulando con estas tres palabras la céntrica calle anteriormente denominada Españoleto, donde en 1912 había nacido la enaltecida.
Al margen de las dos composiciones musicales concretas que acabamos de glosar, y que tan pingües beneficios económicos vienen produciendo a través de la SGAE, queremos dejar constancia de los otros beneficios (culturales, sociales, profesionales...) que la música valenciana en general aporta tradicionalmente a los habitantes de nuestra Comunitat. Gracias a la semilla sembrada por esos genios autóctonos del pentagrama de prestigio universal como pueden ser Juan Bautista Cabanilles, Vicente Martín Soler, Ruperto Chapí, José Serrano, Salvador Giner, Eduardo López-Chavarri, Óscar Esplá, José Iturbi, Leopoldo Magenti, Joaquín Rodrigo, Manuel Palau..., y bajo el eco y el influjo de sus nombres -tan venerados- proliferan miles de músicos a lo largo y ancho de la geografía regional, en donde las bandas (más de 500 en activo en las provincias de Alicante, Castellón y Valencia) son uno de los pilares fundamentales del rico patrimonio cultural valenciano. Dentro de esa ingente cantidad de músicos que conforman las agrupaciones bandísticas -civiles y militares- y orquestas sinfónicas destaca una pléyade de profesionales de renombre: músicos, directores, profesores..., que constituyen el mayor beneficio -el beneficio humano- dimanante de nuestra música. Que el apoyo a la actividad musical en capitales, ciudades y pueblos, ahora en boga, no decaiga. Como suele decir un apasionado músico rural, ya de provecta edad, mi amigo Vicente San Ramón, uno de los impulsores de la Federación Valenciana de Sociedades Musicales (cuya fundación cumple ahora 40 años), primer presidente de la Banda Juvenil de dicho organismo, "el esfuerzo que hagamos todos en pro de la música quedará más que compensado si conseguimos que uno solo de los niños que estudian música en nuestros pueblos pueda llegar un día a ser profesional".
Tanto "Paquito el Chocolatero" como "Amparito Roca" son dos piezas musicales made in Comunitat Valenciana, es decir nacieron -y fueron inspiradas- en tierras valencianas. La primera, en 1937, en Cocentaina, en una casita de campo al pie de la sierra Mariola, y la segunda en 1925, en Carlet, una de las poblaciones más prósperas y emprendedoras de la Ribera del Júcar.
El autor de la música más popular que año tras año ameniza las fiestas de Moros y Cristianos (además de alegrar las lucidas faenas de toros y de regocijar a las gentes que buscan diversión en toda clase de festejos) se llamaba Gustavo Pascual Falcó, un músico y compositor albacetense casado con la alicantina Consuelo Pérez Molina, a cuyo hermano Francisco, de 32 años, conocido en la contornà como Paquito el Chocolatero debido a su oficio -compartido por toda la familia- de vendedor de chocolate, le dedicó la composición musical que tan bien encajaba con su carácter festero.
En cuanto al pasodoble "Amparito Roca" su autor, Jaime Texidor Dalmau, nacido en Barcelona, llegó a Carlet en 1924 contratado -muy ventajosamente- por la Banda Primitiva de la localidad, histórica agrupación que en el primer Certamen de Bandas de la Feria de Julio celebrado en 1886 había ganado el primer premio, siendo director José Guillomina. Según cuenta el abogado e historiador carletense, Ángel Valero García, en su libro Amparito Roca, el pasodoble del mestre Texidor (Carlet, 2003, Torres Impressors), el hecho de que Texidor dejara la titularidad y el grado militar alcanzado en la banda de Melilla (y más de veinte años de brillante carrera) para trasladarse a dirigir la Primitiva de Carlet, da cabal idea de lo que aquello debía de representar para él.
En la época que evocamos la población ribereña se distinguía por su alto nivel cultural y artístico, característica que no solamente se mantiene hoy vigente sino que goza de un ritmo in crescendo. (Perfecto García Chornet, hijo de Carlet -1941-2001- ha sido uno de los más excelsos pianistas contemporáneos.) En su afán de asegurar la permanencia del nuevo director en la localidad, la banda puso a su disposición una casa en la calle de La Vila, donde se instaló con su familia y abrió su propia academia de música, impartiendo clases de piano y violín junto a su hija María. Esta forjó estrecha amistad con una de las alumnas, Amparo Roca Ibáñez, de 13 años, hija de una familia de la burguesía local, muchacha a la que el maestro, que tenía ya en su haber numerosas composiciones musicales, dedicó un pasodoble que tituló "Amparito Roca", la más importante creación de Texidor "y también -como puntualiza Valero- una de las más famosas melodías festivas que, pasado el tiempo, habría de conocerse en todo el mundo". El pasodoble lo estrenó la Banda Primitiva una tarde de septiembre de 1925 en el Teatro del Siglo. Como datos anecdóticos diremos que la bella dama Amparo Roca -tía de quien hoy es ministro de Sanidad, Bernat Soria- falleció en Carlet en septiembre de 1993. Y diez años después, en 2003, durante las fiestas mayores de la ciudad se celebró un homenaje al "Pasodoble Amparito Roca", rotulando con estas tres palabras la céntrica calle anteriormente denominada Españoleto, donde en 1912 había nacido la enaltecida.
Al margen de las dos composiciones musicales concretas que acabamos de glosar, y que tan pingües beneficios económicos vienen produciendo a través de la SGAE, queremos dejar constancia de los otros beneficios (culturales, sociales, profesionales...) que la música valenciana en general aporta tradicionalmente a los habitantes de nuestra Comunitat. Gracias a la semilla sembrada por esos genios autóctonos del pentagrama de prestigio universal como pueden ser Juan Bautista Cabanilles, Vicente Martín Soler, Ruperto Chapí, José Serrano, Salvador Giner, Eduardo López-Chavarri, Óscar Esplá, José Iturbi, Leopoldo Magenti, Joaquín Rodrigo, Manuel Palau..., y bajo el eco y el influjo de sus nombres -tan venerados- proliferan miles de músicos a lo largo y ancho de la geografía regional, en donde las bandas (más de 500 en activo en las provincias de Alicante, Castellón y Valencia) son uno de los pilares fundamentales del rico patrimonio cultural valenciano. Dentro de esa ingente cantidad de músicos que conforman las agrupaciones bandísticas -civiles y militares- y orquestas sinfónicas destaca una pléyade de profesionales de renombre: músicos, directores, profesores..., que constituyen el mayor beneficio -el beneficio humano- dimanante de nuestra música. Que el apoyo a la actividad musical en capitales, ciudades y pueblos, ahora en boga, no decaiga. Como suele decir un apasionado músico rural, ya de provecta edad, mi amigo Vicente San Ramón, uno de los impulsores de la Federación Valenciana de Sociedades Musicales (cuya fundación cumple ahora 40 años), primer presidente de la Banda Juvenil de dicho organismo, "el esfuerzo que hagamos todos en pro de la música quedará más que compensado si conseguimos que uno solo de los niños que estudian música en nuestros pueblos pueda llegar un día a ser profesional".